Ni un poco de remordimiento.
El acto mas cruel y despiadado y sin remordimiento. Solto una carcajada. Tenia una sonrisa dibujada en el rostro. Una sonrisa vacía y macabra. La sonrisa de un loco. Se había quitado un peso de encima. Se sentía aliviado y lleno de júbilo.
Cruzó por su cabeza, por un momento, la idea de que sus ojos parecian furiosos. Estaban abiertos, y parecian observarlo con furia. Con enojo. Parecian hasta acusadores. Alejó esos pensamientos diciendose que estaba muerta y que ya todo había acabado. Se acercó y le cerró los ojos.
Increiblemente no le dolia. ¿La amaba? Claro que si. Demasiado. ¿Por qué no dolia? ¿Por qué no lo lamentaba? ¿Por qué no se sentia un bastardo?. Tal vez porque tenia razones para hacerlo. ¿Las tenia? Ni él las conocia. Por dios, ¿que habia hecho? "No, espera" se decia "no desesperes, tu sabes las razones, tu las tienes. Te la has quitado de encima." Se recompuso, sin convencerse del todo. No le dolia. No mucho. Pero el echo de que no volveria a estar con ella jamas, digamos que lo inquietaba. Sin embargo, no le preocupaba la culpa, sabia como manejarla. No le importaba sentirse un maldito desgraciado. Él sabria como lidiar con eso.
Llamo a la policia. Dijo que la habia encontrado asi al llegar del trabajo. Sabia que no parecia convincente y que lo considerarian sospechoso, pero ya sabia como manejar eso. No se preocupo por lavar la sangre. Le daba cierto placer verla ahi derramada, roja y oscura, espesa y liquida. Tampoco se molesto en lavarse las manos, manchadas de sangre. Se acerco nuevamente a ella y le acaricio la cara con desprecio. O con amor. Imposible saberlo. La beso bruscamente y se dirigio a su escritorio. Saco su pistola del cajon y la contemplo. ¿Debia matarse? ¿Era ese su castigo? ¿Debia irse con ella? Ni pensarlo. Dejo el arma y cerro el cajon. Esa seria una salida para cobardes. No queria huir. No de esa manera.
La contemplo por ultima vez, haciendo una mueca burlona.
-Un juego sin ganadores, ¿eh?.- Dijo, y al escuchar la sirena de la patrulla, se dirigio a la puerta trasera y se escabullo por el jardin.
Continuo su vida sin remordimiento, solo con una constante molestia.
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