Era intrigante.
No bastaba una mirada para decifrar sus ojos. Eran penetrantes, sabios, profundos, malvados, pero a la vez preciosos, honestos, bondadosos y rebosantes de algo que podía ser la mas preciosa alegría, la tristesa mas gris o la furia mas iracunda. Imposible saberlo. Siempre estaban inyectados de sangre, como si jamas los hubiera descansado, pero a pesar de todo era fácil apreciar su hermosura.
A simple vista aparentaba muchos años menos de los que tenia en realidad, con su pelo gris plateado, en el que todavía se divisaban mechones rojos como pequeñas llamaradas. Pero bastaba estar con ella unos minutos para darse cuenta de su verdadera edad. Se le notaba al hablar que le sobraba sabiduría, hablara de lo que hablara te podías dar cuenta de que dominaba todos los temas posibles. Si eras lo bastante observador podías ver unas pequeñas arrugas que se le formaban en la comisura de los labios al hablar de ciertos temas. También a veces sus ojos se volvían de un tono azul viejo, gastado. Se ponían tristes y se podía ver la nostalgia reflejada en su mirada, como si pudiera ver como los años habían pasado, recordarlos y hasta extrañarlos.
Algunos pensarían que siendo tan mayor no podía ser demasiado linda, pero ella era la mujer mas preciosa. No lo digo solo yo, que la amaba como a nadie, todo el mundo quedaba maravillado con su lindura. Pero no me gusta quedarme en lo superficial. Hablar de hermosura es muy limitado. Hablemos de como era. La palabra correcta seria soñadora, pero ella decía que era mas que eso, ella se calificaba como alguien capaz de ver mucho mas allá de la realidad, y estaba en lo cierto. De todas las personas que conocí, ella fue la única capaz de darme una perspectiva de la vida con la que quedara maravillado, ella me mostró algo así como la ironía de la vida. Lamentablemente no puedo, aunque quisiera, explicarla. No seria lo mismo con mis palabras.
Recuerdo la primera vez que la vi. Yo entre a su excentrica biblioteca porque afuera estaba lloviendo torrencialmente y yo buscaba refugio. Ella estaba sentada en un viejo sofá leyendo un libro igual de viejo. Se saco sus anteojos y me contemplo con unos ojos rojos rodeados de marcadas ojeras, con unos labios rojos sin ningún tipo de maquillaje. No creo que haya sido eso que llaman "amor a primera vista", pero recuerdo que quede fascinado con ella apenas la vi.
-Buenas tardes.- recuerdo que me dijo con una sonrisa un tanto ironica. No parecía enojada, mas bien divertida.
-Buenas tardes.- dije con un hilo de voz.
Y así comenzo una conversión de horas y horas en las que hablamos de todos los temas imaginables. Mis visitas fueron siempre así, un corto saludo y comenzaba la charla. Yo me daba cuenta de que a ella le gustaba abordar sobretodo el tema de los libros, asi que yo siempre sacaba ese tema y podía ver ese destello tan especial en sus ojos. Era algo asi como un poco de alegría mezclada con poder y entusiasmo, pero, como dije, era imposible decifrarla.
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