jueves, 29 de marzo de 2012

 Me enamoré. Me enamoré de vos. No, no del chico que conocí en el colegio, ni del que me crucé por la calle. Me enamoré de vos, el de las miles de paginas, de vos, el que solo esta en mi cabeza, el que solo se puede imaginar. Tan espectacular, tan valiente, tan inteligente, tan romántico, héroe, mendigo, asesino, ladrón... Kvothe. Llama. Árbol partido. Rayo. Fuego. ¿Donde estás? ¿Cuando llegás? Llevame, llevame entre las paginas. Existí.

martes, 13 de marzo de 2012

Te amo como a pocos. Llegaste a un lugar donde casi nadie llega. Me hiciste mas feliz que cualquiera. Una carta. Solo una carta. Porfavor. Es lo unico que me acerca a vos. Claro, ademas de las cientas y cientas de paginas, que nunca parecen ser suficientes.

martes, 6 de marzo de 2012

Sabor a ciruela.

-¿Kvothe?- susurró la voz de Auri.
 Apreté los dientes para contener los sollozos y me quede tan quieto como pude, confiando en que ella pensara que estaba dormido y se marchase.
-¿Kvothe?- volvió a llamar-. Te he traído...- hubo un momento de silencio y luego dijo-: Oh.
 Oí un leve ruido detrás de mi. Auri entro por la ventana y la luz de la luna proyecto su diminuta sombra en la pared. Note moverse la cama cuando se sentó en ella. 
 Una mano pequeña y fría me acarició la mejilla.
- No pasa nada.-dijo Auri en voz baja-. Ven aquí.
 Empecé a llorar en silencio, y ella deshizo con cuidado el apretado nudo de mi cuerpo hasta que mi cabeza reposo en su regazo. Empezó a murmurar, apartándome el cabello de la frente; yo notaba el frió de sus manos contra la ardiente piel de mi cara.
- Ya lo se- dijo con tristeza-. A veces es muy duro, ¿verdad?
 Me acaricio el cabello con ternura, y mi llanto se intensifico. No recordaba la ultima vez que alguien me había tocado con cariño.
- Ya lo se- repitió-. Tienes una piedra en el corazón, y hay días en que pesa tanto que no se puede hacer nada. Pero no deberías pasarlo solo. Deberías haberme avisado. Yo lo entiendo.
 Contraje todo el cuerpo y de pronto volví a notar el sabor a ciruela.
- La echo de menos- dije sin darme cuenta. Antes de que pudiera agregar algo mas, apreté los dientes y sacudí la cabeza con furia, como un caballo que intenta liberarse de las riendas.
-Puedes decirlo- dijo Auri con ternura.
 Volví a sacudir la cabeza, note un sabor a ciruela, y de pronto las palabras empezaron a brotar de mis labios.
- Decía que aprendí a cantar antes que a hablar. Decía que cuando yo era niño ella tarareaba mientras me tenia en brazos. No me cantaba una canción; solo era una tercera descendente. Un sonido tranquilizador. Y un día me estaba paseando alrededor del campamento y oyó que yo le devolvía el eco. Dos octavas mas arriba. Una tercera aguda y diminuta. Decía que aquella fue mi primera canción. Nos la cantábamos el uno a otro. Durante años.- se me hizo un nudo en la garganta y apreté los dientes.