martes, 23 de agosto de 2011

Sueños rotos.

El había sido un soñador.
Toda su vida se había basado en sueños. Sueños que se había propuesto cumplir. Quien lo veía, podía tener dos opiniones: Lo veían y pensaban que llegaría lejos. O lo veían y pensaban que no llegaría a nada. La gente no sabia si todos esos sueños se convertirían alguna vez en hechos concretos, o si viviría toda su vida tratando de satisfacerse con soñar. Claro, pero todas las personas se inquietaban por una simple razón: Tenia 16 años. Era indescifrable.
 Él, por otro lado, toda su vida había estado convencido de que sus sueños se harían realidad. Se tomaba lo que soñaba en serio. Había renunciado hace mucho a que alguien pudiera comprender el porque de sus sueños. Tal vez no porque nadie podría entenderlo, si no, simplemente por el hecho de que no había un porque. Sus sueños eran inexplicables. Él los soñaba y luego se proponía cumplirlos. ¿Que explicacion hay para eso?
 La cuestión es que después de tanto tiempo, había renunciado a sus sueños. Triste. Casi deprimente. Renunciar a soñar, teniendo solo 16 años, es desbastador. Pues, así estaba él. Debastado. Derrumbado. Pero no triste, mas bien, enojado. Enojado consigo mismo, por haberse decepcionado. Por haber sido tan idiota. Había desperdiciado su tiempo haciendo ingenuos planes para poder cumplir aun mas ingenuos sueños. Pequeños grandes sueños. Él siempre hacia que un pequeño sueño se vea con el sueño mas inalcanzable. Tendía a buscar el camino difícil. El camino fácil lo aburría. Le parecía absurdo y común. Y ahora, que ironía, había terminado recorriendo el camino mas fácil de todos. Huir. Abandonar. Esconderse. Huía de todo, cuando en realidad solo buscaba huir de si mismo. Trataba de ocultar una vergüenza que era imposible de ocultar. La vergüenza de uno mismo. No podía verse a un espejo sin sentir asco por ver una cara tan cobarde. Ya ven, se lo tomaba en serio.
¿Que había pasado? Como pueden ver, él era un chico frágil. Pero no de la manera común. Él podía enfrentar todo. Cuando se le imponían problemas, el los resolvía con suma paciencia. Pero cuando se trataba de un sueño se lo tomaba enserio, y cuando veía un sueño derrumbandose, el mismo se derrumbaba. Este no era el primer sueño que se le derrumbaba. Pero habia sido el mas profundo. Un sueño largo y elaborado, que casi estaba cumplido, de repente se destruia.
 El tren partio de la estacion. Él miraba por la ventana como la estacion se iba alejando poco a poco. Tal vez habia pensado que sus problemas se irian con ella. Se alejarian como la estacion cuando el tren partio. Pero no fue asi, y en el fondo el lo sabia desde el principio. Sabia que huyendo solo conseguiria empeorar la situacion. Solo se convertiria en un profugo de sus problemas. No era posible escapar de esas situaciones, y el lo sabia muy bien. ¿Por que no volvia? ¿Por que no se daba otra oportunidad? Las cosas no serian faciles. Serian complicadas. Habria problemas. Pero la vida esta llena de eso. Llena de cosas malas como de cosas buenas. Sin las malas no existen las buenas, y sin las buenas no existen las malas. ¿Queria él realmente convertirse en eso que odiaba tanto? ¿Queria convertirse en un cobarde? Claro que no.
 Invadido con esta idea, se paro, corrio a la cabina del maquinista y comenzo a golpear el vidrio, gritando que pararan el tren. El maquinista, asustado, detuvo el tren y abrio las puertas. Él salio rapidamente y comenzo a correr, dispuesto a comenzar de nuevo, o solo a continuar. Deberia dar un cambio drastico en su vida, pero valia la pena. Despues de todo, siempre habria sueños por soñar. Y, sobre todo, sueños por cumplir.

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